El Uruguay de posguerra 1945-1960

Los comienzos del Neo-Batllismo. Las presidencias de Tomás Berreta y Luis Batlle Berres (1947-1951)

En un sentido amplio, con el nombre de "neo-batllismo" suele denominarse hoy la serie de características económicas, sociales, políticas e ideológicas que identifican el proceso histórico nacional entre 1946 y 1958. En sentido más restringido y preciso, la denominación alude a la labor desplegada desde el Estado, especialmente por el sector del Partido Colorado liderado por Luis Batlle Berres, para implementar un proyecto de país que, recogiendo la tradición reformista del batllismo, fuera capaz de alcanzar ambiciosas metas de progreso económico y social, basándose en el desarrollo industrial y en el marco de una efectiva democracia política.

El Uruguay en el mundo de posguerra

 La ubicación del Uruguay en ese incierto y difícil panorama que emergió luego de la última conflagración mundial fuer signada por una serie de aspectos relevantes para nuestro estudio:

  1. El ocaso definitivo del Imperio Británico se reflejó en la imposibilidad de mantener sus empresas económicas en el país (aguas corrientes, ferrocarril y transporte tranviario) y el nivel de inversiones de capital del período de entreguerra. El definitivo retiro inglés fue acompañao por el ascenso irresistible de los Estados Unidos como superpotencia mundial hegemónica del occidente capitalista, y el alineamiento pro-aliado del Uruguay no tardó en transformarse en auténtico alineamiento de solidaridad hemisférica en el marco de la "guerra fría" y la división del mundo en dos bloques de poder formidables, liderados opr los Estados Unidos y la Unión Soviética. Y por supuesto, detrás de los intereses políticos estuvieron los poderosos intereses económicos que acompasaron nuestro ingreso definitivo al "área del dólar". En marzo de 1945 nuestro país suscribió el Acta de Chapultepec, que autorizó el uso de sanciones para prevenir ataques exteriores a los países del continente y dio carácter permanente a los organismos creados durante la guerra: la Junta de Defensa Interamericana y el Comité Consultivo Económico y Financiero. El 2 de setiembre de 1947 se firmó en Río de Janeiro el Tratado Interamericano de Asistencia Colectiva, que complementó el documento anterior y estableció diferentes procedimientos, según se tratara de un gran agresor americano o extraamericano. Todas las medidas, inspiradas en las necesidades de la política exterior de los Estados Unidos, se fueron haciendo cada vez más rígidas, en la medida que la "guerra fría" se agudizó con episodios como el "bloqueo de Berlín" (1948-1949), o la Guerra de Corea (1950-1953). A comienzos de la década de 1950, la participación de Uruguay en la conferencia de Caracas -que propició la intervención de Guatemala- o el Convenio de Asistencia Militar realizado en Estados Unidos, lo demostraron en forma elocuente. Esta clara alineación en materia internacional contó con el favor del batllismo, el nacionalismo independiente e incluso de algunos sectores de la izquierda. En cambio, fue duramente combatida por el herrerismo que siguió preconizando la necesidad de ser neutral y de sostener un "tercera posición" en el enfrentamiento de las grandes potencias: "Ni en las filas rojas del comunismo, ni una estrella más en la bandera de ningún imperialismo..." Idéntica actividad adoptaron algunos grupos de izquierda y, en general, los movimientos vinculados al que-hacer intelectual.
  2. El proceso de descolonización, la emergencia del "tercer mundo", con su dramático subdesarrollo, atraso y marginación, e incluso, los movimientos favorables a unir a los países no-alineados, no tuvieron la repercusión que lograron en otros lugares de Latinoamérica. El Uruguay disfrutó de una situación económica favorable, derivada de los beneficios que dejaron nuestra producción agropecuaria y nuestro comercio exterior durante la Segunda Guerra Mundial, el período de reconstrucción y la posterior guerra de Corea, como se desprende del análisis de la evolución económica.
  3. Esta particular coyuntura se reflejó en la certidumbre colectiva de la excepcionalidad del país, resumida en la entusiasta frase "Como el Uruguay no hay", en contraste con el resto de Latinoamérica, especialmente con la Argentina gobernada por el Gral. Juan Domingo Perón, que se convirtió en una suerte de "contra-modelo" para gran parte de las elites políticas de la época. El grado de desarrollo económico y el proceso de integración  social alcanzados se compaginaron perfectamente con la plena vigencia de los valores democráticos y la exaltación de las instituciones, sin necesidad de autoritarismos de ningún tipo.

El breve gobierno de Tomás Berreta

La llegada a la primera magistratura de Tomás Berreta representó la vuelta del batllismo al poder a través de una singular figura de esta corriente política, representante del "Uruguay chacarero", esto es, del cinturón de pequeños y medianos productores rurales dedicados a la agricultura y a la granja (especialmente en el Departamento de Canelones", que trabajaban para el mercado capitalino.  

Tomás Berreta (1875-1947)

El hecho de haber fallecido apenas seis meses después de asumido el cargo, determina que se lo considere una figuar de transición y que algunas de sus propuestas, como su enfoque del desarrollo del país a partir del agro o las iniciativas para limitar la acción sindical (ilicitud de la huelga en los servicios públicos, reglamentación sindical y creación de tribunales de conciliación y arbitraje), quedaran como meras intenciones. 

Algo muy diferente ocurrió con la negociación realizada frente a Gran Bretaña para lograr el pago de la deuda de 17 millones de libras esterlinas que ese país tenía con el Uruguay. El envío de una misión presidida por el Dr. Gustavo Gallinal negoció el desbloqueo del 10% del total adeudado, un buen acuerdo para la colocación de carnes y la adquisición de las empresas inglesas por el Estado. Estas gestiones determinaron que imoprtantes actividades de la vida económica nacional pasaran a la órbita de las empresas públicas, como se concretó con posterioridad al deceso de Berreta.

El ascenso de Luis Batlle. 

Las bases ideológico-políticas del neo-batllismo

El 2 de agosto de 1947 falleció Tomás Berreta, asumiendo el cargo presidencial el vicepresidente, Luis Batlle Berres, lo que introdujo cambios notorios en la conducción del gobierno y en su orientación económica y social. Heredero de un apellido de raigambre en la vida política nacional y dotado de singulares deotes carismáticas que le ganaron importantes apoyos en los sectores medios y populares urbanos, estaba dispuesto a enfrentarse a los hijos de José Batlle y Ordóñez para disputarles la primacía interna del batlllismo y por consiguiente, la hegemonía sobre el Partido Colorado.

Luis Batlle Berres (1897-1964)

Se afirma que aquellos habían comatido con éxito su candidatura a la Intendencia de Montevideo, cargo clave por su relieve político, y habían conseguido relegarlo a un puesto de segunda importancia (la vicepresidencia de la República). Pero de pronto lo vieron ocupando la primera magistratura de la nación.

Dispuesto, desde los comienzos de su carrera política, a promover una tendencia renovadora y popular dentro del lema, estuvo en condiciones de imprimir una línea firme y coherente al Partido Colorado, poníendolo a la cabeza de un vasto proyecto para todo el país. Por su experiencia como periodista de "El Día", conoció la importancia de un diario para informar y formar a la opinión pública, visión del valor político de otros medios de comunicación masiva (la radio, en la época) utilizándolos en consecuencia. Se rodeó de nuevas figuras de promisorio futuro político, que fueron caracterizados como los "jóvenes turcos" por el radicalismo de sus posturas y la impetuosidad de su prédica, como Manuel Flores Mora, Luis Hierro Gambardella, Zelmar Michelini, Teófilo Collazo y otros, que aparecieron ante los ojos de la opinión pública como prueba elocuente de los propósitos de renovación.

Los principales aspectos ideológiicos-políticos de la propuesta del nuevo presidente pueden carcterizarse por:

  • El reconocimiento de que se vivía en un época de cambios profundos (el turbulento mundo de postguerra) frente a los cuales no era posible adoptar una actitud de reacción conservadora, sino que era necesario incorporarse a ellos para encauzar las aspiraciones de las mayorías; anticipar por el camino de la "renovación y la reforma" los desbordes descontrolados que no traerían soluciones, sino nuevos males. Como lo reclamó Luis Batlle en su famoso discurso del 14 de agosto de 1947, cuando asumió la Presidencia de la República: 
 "Nosotros, los que fuimos formados en los últimos aleteos de la filosofía liberal del siglo pasado y dimos los primeros pasos hacia la socialización de ciertas actividades del organismo social, comprendemos que tenemos que continuar ese ritmo para encauzarlo por las vías normales. Apresurarse a ser justo, es asegurar la tranquilidad; es brindarle al ciudadano los elementos principales y básicos para que tenga la felicidad de vivir y hasta él lleguen los beneficios del progreso y de la riqueza. Apresurarse a ser justos es luuchar por el orden y es asegurar el orden"

  • Esta propuesta, anticipatoria del conflicto social y elitista, pues es instrumentada desde le poder, propendía a un difícil equilibrio entre la satisfacción de las aspiraciones de los sectores más desposeídos a una más adecuada redistribución de la riqueza y una mayor justicia social, por un lado, y el respeto a la ley, el mantenimiento de las instituciones y la afirmación de los valores democráticos centrados en la idea de la libertad, legitimidad de la propiedad privada, libertad de prensa, de opinión, garantías individuales, etc. por el otro. En este sentido, se rechazaba expresamente tanto las experiencias autoritarias como las populistas que vivía América Latina en la época (la alusión al peronismo fue frecuente), o las que pudieran provenir del comunismo soviético, que se extendía en el Viejo Mundo.
  • Las propias características de fuerte acento ético-humanista del neobatllismo llevaron a conjugar un movimiento policlasista, típico de los sectores medios urbanos predominantes, socializados en la idea de la conciliación entre clases y grupos, la igualdad de oportunidades que otorga el sistema, las posibilidades de ascenso social gracias al desarrollo de una educación de fácil acceso para todos, la vigencia de la institucionalidad democrática y la presencia tutelar de una Estado dispuesto a corregir con medidas adecuadas las "diferencias injustas" que manen de la estructura económico-social.
  • En el plano del desarrollo económico, el neo-batllismo puso todas sus expectativas en el impulso industrial, no sólo para alcanzarlo, sino también para lograr la transformación de las arcaicas estructuras agropecuarias, la modernización de la sociedad y el afianzamiento de la democracia política. Las palabras de Luis Batlle fueron precisas en este sentido: "Al lado de la industria, que crea la clase media, al lado de la industria viene el salario bien remunerado del obrero, al lado de la industria viene el capital, al lado de la industria se realiza y se hace toda una riqueza que se reparte entre los trabajadores..."
  • Esta concepción del desarrollo se complementó con el papel adjudicado al Estado, que debería tener ciertas características: 1) Una labor prioritaria de defensa del "interés general", lo que incluía entre otros conceptos, el apoyo a la iniciativa individual encuadrada en los límites de lo que es "justo", la protección de los sectores más débiles y el cuidado de la "paz social", evitando los desbordes del lado que fueran. En uno de sus discursos dijo Luis Batlle: "la economía dirigida de gobierno tiene como función principal, en primer término, la custodia y tutela de los grandes intereses de la República y después, la tutela en custodia de los intereses de los pequeños, que no tienen otro ayudante, ni otra tutela, ni otra vigilancia a su lado, ni más honrada que la del gobierno siempre dispuesto a colaborar con ellos". 2) Apoyo a la iniciativa privada, pero en caso de ser necesario ampliar sus propias funciones, asumiendo la responsabilidad exclusiva de las Empresas Públicas vitales para el país. 3) Propiciar el intervencionismo económico, adoptando medidas en favor de una economía dirigida, protegiendo el desarrollo industrial (ya no sólo sustitutivo de importaciones, sino buscando entrar en el mercado exterior, a costa de subsidios, cambios, preferenciales, etc.), orientando las inversiones, vigilando los precios, favoreciendo a las masas consumidoras y transfiriendo ingresos de un sector u otro de la actividad económica. 

Selección uruguaya de 1950 campeona del mundo, un emblema del período dorado del Uruguay.
 

La sociedad tuvo una visión dualista del Estado. Por una lado, lo percibió como una entidad externa, a la cual se responsabiliza de los problemas y se le exigía el aporte de recursos y soluciones; pero, por otro, se confió en su fuerte papel arbitral y tutelar para articular las demandas de los diversos sectores, debiendo dar satisfacción a todos, no sólo a nivel individual, sino a nivel corporativo, es decir, a los reclamos de los grupos de presión organizados (patronales, obreros, sociales, etc.). En cierto modo, un círculo vicioso: el Estado es el culpable de todo, pero, al mismo tiempo, de él deben venir las grandes soluciones. 
  • La dimensión nacional ocupó en el neo-batllismo un lugar preferente por la vía del elogio y la exaltación de la excepcionalidad del Uruguay. En el editorial del primer número de "Acción" se dijo: "Es el nuestro un pequeño gran país, hos se le puede calificar, con igual razón de pequeño oasis de paz, libertad y justicia en un mundo perturbado con trágicas realidades o comprometedoras perspectivas. Tengamos clara conciencia de que el Uruguay es un país de excepción..." 

Aspectos de la evolución económico-social 

En el plano de la economía latinoamericana, la guerra y los primeros años subsiguientes mostraron un cierto aflojamiento de los lazos de dependencia. No porque se hubiera modificado la situación de subordinación frente a Estados Unidos, sino porque la valorización de los productos de la región por la demanda bélica, así como la disminución en el mercado mundial de artículos industriales provenientes de las naciones en guerra, permitieron a los latinoamericanos la obtención de saldos comerciales favorables y la acumulación de oro y divisas.

Esta "bonanza económica" posibilitó llevar adelante una política de industrialización, orientada a la sustitución de bienes de consumo importados. La ampliación del empleo y cierto incremento de los salarios contribuyeron a ensanchar el mercado interno, consumidor de los artículos de fabricación nacional. De allí que se establecieron políticas niveladoras, donde los enfrentamientos sociales se mitigaban a través de la acción estatal, que arbitraba los ingresos derivados de la fase de prosperidad.

El investigador ecuatoriano Agustín Cueva señala algunas cifras de este crecimiento de la producción de la producción industrial: en Argentina, aumentó un 50% entre 1945 y 1955; en Chile, alrededor de un 30% entre 1945 y 1952; en México, se duplicó en los diez años posteriores a 1946, y en Brasil creció 123% en el lapso 1947-1957. Por otro lado, la importación de maquinarias y equipos industriales subió un 338% entre 1945 y 1951.

Sin embargo, este crecimiento industrial dependía en última instancia del auge del sector exportador (materias primas y productos alimenticios), principal proveedor de las divisas que la industria necesitaba para comprar máquinas, combustible y otras materias primas. 

Pero el agro no se había modificado en su estructura: subsistía el latifundio, no se incorpora tecnología, no crecía la productividad. 

Cuando se terminaron los buenos precios externos para el agro, con el fin de las guerras internacionales de este período, resurgió con fuerza la incapacidad de la estructura económica latinoamericano, y especialmente de la uruguaya, para crecer armónicamente. 

En nuestro país, la crisis, siempre larvada, salió a plena luz.


MATERIAL TOMADO DE:



FREGA A., NAHÚM B., COCCHI A. y TROCHÓN Y., "Historia Uruguaya 9: Crisis Política y recuperación económica 1930-1958", Banda Oriental, Montevideo, 2011.

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